Fue un espectáculo grotesco, descompensado, hilarante y patético. Participa en un debate televisado entre personajes que aspiran a ocupar el trono del mundo. Pero fue como ver a Meryl Streep y Katharine Hepburn, o el mar a Kamala Harris, inspiradas por sus miradas, sus sonrisas irónicas, sus estudiados gestos, su sentimiento común, su aplomo enfrentándose a un comediante falaz y dadaísta, sin sentir el ridículo. haciendo afirmaciones que sólo serían cuestionables en los pobres habitantes de los frenópatas. Si ama a Donald Trump.
Lo más incomprensible en la batalla dialéctica entre los aspirantes al poder y a la gloria es esto, si por su parte iban acompañados de un ejército millonarios pagados por asesores de imagen, redactores de discurso, psicólogos, sociólogos, profesores intérpretes, expertos en comunicación de Masas. Éstos deben permitir o aconsejar a Trump que improvisó, que se habría arrojado sobre la comida favorita de los inmigrantes o sobre el burro de los niños, convencido de que podía escandalizar a los habitantes de nuestro extinto limbo, los gráficos y alfabetos orgullosos de su condición, que odio, aunque no sepan mucho de qué se trata, esta cultura triunfante despertéDe manera abusiva y sombría, intenta imponer las instalaciones, la nueva, ferviente y triunfante política de pensamiento y moralidad.
Lo terrible es que la prueba absoluta de que Trump es un tarado, un izquierdista, no lleva a que la mitad (o más) de la población de Estados Unidos esté convencida de que ese tipo es la reencarnación de México.
Aunque no era alemán, me impresionó la furia, la electricidad y el sonido volcánico de los discursos de Hitler, creador del alcalde más bárbaro de la historia de la humanidad. Pero el público en general alentó los mensajes de aquel Fulano. Los asistentes profesionales como Putin son muy grandes, pero lo dicen bien y en voz baja. Bocazas con alma de dictadores como Trump y Maduro, protagonistas del teatro de los experimentados disfrutan del fervor en esta cosa tan abstracta llamada comunidad. Casos es preferible el pueblo sofisticado, el malo que lo peor.