La historia vuelve al mundo, porque lo guardó todo para involucrar a alguien: cuatro niños (de 13, 9 y 4 años, un bebé de 11 meses), sobrevivieron durante 40 días perdidos en lo más profundo de la selva amazónica del Guaviare, en Colombia. , tras el accidente del piloto en el que murieron su madre, el piloto y un amigo de la familia. Cuando aparecen los restos del avión y sólo tres cadáveres, 15 días después de su desaparición, la humanidad sigue al extraterrestre. Pero el hombre que espera más de 25 días, con su círculo mediático y con las autoridades abandonadas, hasta el final que podremos llamar feliz: entre una movilización sin precedentes de militares y de los vecinos indígenas de la región, los muchachos fueron Se encontró con signos de desnutrición y heridas menores. Sano y salvo.
Piérdete en el AmazonasEs un documento urgente sobre esta aventura, dirigida por Cristina Nieto y Jaime Escallón-Buraglia y por el acérrimo Movistar+ al cumplirse precisamente en un año de recuperación. Lo primero que impactó en la película fue que estaba en esa especie de jungla. El resultado es una belleza abrumadora, pero en la que te sientes indefenso, vulnerable. Es un bosque reconfortante, pensamientos desde tu sofá, pero te explicaremos la visión indígena del lugar: al contrario, es una madre. El juego protegió a los niños, preservó las voces distintas de estos pueblos, pero durante un tiempo las ignoró.
El documental no responde a la gran pregunta: cómo vivieron allí durante tanto tiempo. La historia de los niños, la que podría haber convertido a Lesly, la dama principal, en la gran heroína de esta historia, aún no está escrita. Como la familia era indígena entendemos que conocían mucho mejor el bosque (no sólo el bosque) que cualquier urbanización; que ya no murió en unos días, sí no horas. Pero aquí no os explicarán, ni le han explicado a nadie, sus estrategias de supervivencia. Así el metro se concentra en el arduo trabajo de ascenso en una zona muy extensa, donde hay tanta vegetación y con tanta frecuencia que a algunos rincones no les llega la luz del sol, y donde la población más cercana se encuentra a cien o doscientos kilómetros de distancia. Fue una idea genial regalar con ellos y, cuando temieron que era imposible, miraron los objetos que llevaban los niños cuando se disponían a ir: un biberón, una servilleta cuidadosamente envuelta, un cinturón para el pelo. Vuelven sobre sus pasos: entender que tenían que habían estado cerca de ellos.
Durante la intensa búsqueda con nuestro perro Wilson, Hallado encontró un tetero, el cual pertenecía al niño de 11 meses que viajaba a bordo de la aeronave, motivo que motivó a nuestros comandos a continuar con este trabajo y localizarlo. (2) pic.twitter.com/zdIACIQ2TV
— Fuerzas Militares de Colombia (@FuerzasMilCol) 15 de mayo de 2023
Conocemos la historia militar y los voluntarios que participaron en la recreación, las familias de los niños y los periódicos que siguieron el caso. Una adición épica a la relación con la estrecha cooperación entre los nativos y los militares. Tenía motivos para la desconfianza entre ambos en una zona, entre Caquetá y Guaviare, que durante décadas había estado controlada por la guerrilla de las FARC. Para algunos lugareños era la primera vez que veían un uniforme de las fuerzas estatales. Los militares confían en sus tácticas de rastreo y su tecnología para guiarles en la búsqueda; los indígenas a la vez dieron acceso a la madre naturaleza para que pudieran dedicarse a los niños y sacaban partido al conocimiento acumulado por generaciones que conviven con el bosque. Uno y otro se encuentran en el barrio, y entre los bichos y los insectos, uno y otro otra vez. También nos volvemos a ver. Si se trata de explicar aquí la cosmovisión y espiritualidad de estos pueblos originarios, que no adoran a nadie en el cielo, se sienten uno con su exuberante entorno natural, aunque una hora no sea suficiente para ello, así que cumplimos con algunas pinceladas.
Es una historia emotiva, llena de héroes y villanos. Con la esperanza de que Lesly pueda y quiera contarlo todo, nos encontramos con una protagonista reveladora: su propio bosque. Que en este caso sí, era madre.
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