Keir Starmer: El Partido Laborista promueve la ‘renovación nacional’ del Reino Unido sin aclarar dónde pagará el dinero | Internacional

“Lo que estoy presentando es un plan serio. Cuidadosamente pensado, y que no contiene conos en la chistera. Me presento como candidato a primer ministro, no para dirigir un circo”, afirmó Keir Starmer este año en Manchester, durante la presentación del programa electoral de su partido. En el Reino Unido este documento, cuya publicación es un acto central de la campaña, recibe el nombre de «manifiesto», y tiene casi la fuerza ganadora de un contrato civil, que condicionará con gran paciencia la capacidad de maniobra de el Gobierno que surja de las urnas.

A tres semanas de las elecciones, el 4 de julio, hay una sensación generalizada en el país del fin del ciclo. Starmer, repito todas las preguntas, será la siguiente pregunta de Downing Street. Estos alias justifican la excesiva moderación y la debilidad de sus partidarios económicos y fiscales en la necesidad de no ampliar un electorado que hoy se parece a cómo los laboristas fueron excesivamente escoltados hacia la independencia durante la era de Jeremy Corbyn. Sus críticos le acusan de nadar y mirar las cosas, de prometer un «cambio» radical de rumbo en Reino Unido sin apenas tocar los impulsos, con continuaciones a los empresarios y ajustes al fondo de todas las promesas en materia laboral, industrial o medioambiental.

Una era de reforma

Starmer, cada vez más centrado en crear una nueva versión de las promesas de reforma que acompañaron al nuevo laborismo de Tony Blair, promete «cambio», «estabilidad», «un gobierno central en crecimiento» y una forma de «serie de hacer». política». Pero asegúrese de comprometerse con cifras concretas y asegúrese de que no tendrá que lidiar con impuestos ni tener nuevos tribunales si le toca inaugurar el nuevo mandato.

“No se trata tanto de discutir cómo se crea la respuesta, cómo pesa, cómo se gasifica, cómo se divide el pastel. Voy a ser muy claro: este manifiesto es el rechazo total a este tipo de argumentos [al juego de sumas y restas, de subir impuestos o imponer recortes]. Porque si se transforma la naturalidad del mercado laboral, si se transforman las infraestructuras que reparan la inversión en este país, si se reforma el sistema de planificación [urbanística]o si se desbloquea el potencial de millones y millones de libras en proyectos valiosos, se contribuye mucho más al crecimiento a largo plazo”, promete Starmer.

Recomendación fiscal moderada

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Los planes fiscales del Partido Laborista aspiran a incrementar la retribución a un nivel moderado, apenas 10.000 millones de euros. Starmer se ha comprometido a abordar la exención de las grandes fortunas de los no residentes en el Reino Unido, cubrir el IVA (equivalente al IVA europeo) sobre los certificados de matriculación de las escuelas privadas y gravar los salarios del capital privado. Básicamente, esos medicamentos serán la fuente de la recompensa extraordinaria, porque un futuro funcionario público, si insiste en el candidato, no sufrirá el impuesto sobre la renta ni sobre las empresas.

“No pido excusas para ser cuidadoso al considerar el dinero de la clase trabajadora. No quiero pedir perdón para rechazar nuevas ofensas de la clase trabajadora. No lo hago por pura política ni para estar en el campo. Es una convicción personal: no está bien aumentar la presión fiscal cuando ya se paga mucho, especialmente en medio de una crisis del coste de la vida como la actual», defendió el candidato obrero.

“Este programa ofrece mucha revisión y nuevas estrategias para afrontar los problemas que enfrenta el país”, fue el primer elogio del manifiesto por parte del director del Instituto de Estudios Fiscales, Paul Johnson. Seguido de una pera: “Quitar un cambio significativo requiere dotar de recursos a las propuestas. Y el manifiesto del Partido Laborista no ofrece ninguna indicación de dónde se recaudará el dinero para financiar esto”, dijo Johnson.

La prudencia mostrada desde el principio por Starmer y la titular de los trabajadores de Economía – y con toda probabilidad la próxima titular de este ministerio -, Rachel Reeves, permitió a sus rivales conservadores apoyar durante la campaña la acusación de un futuro gobierno «socialista». “Acabarán sufriendo los impuestos a los ciudadanos. Tiene más de 2.400 euros al año, insiste Rishi Sunak tras calcular el coste que prometen los trabajadores para aumentar el personal sanitario y de profesores, recurrir a nuevas infraestructuras o nacionalizar algunas empresas como la del agua.

De ambas partes, Starmer debe rechazar esos ataques y los del ala izquierda de su partido, que le acusa de haber creado un programa político más conservador que el de los trabajadores. “Los ciudadanos no son sólo cansados ​​de los conservadoreshasta la politica conservadoresy si Keir Starmer sigue el camino actual, es probable que se sienta tan cómodo como los conservadores”, dijo Kate Dove, presidenta del periódico interno del partido, Momentum., con planes mucho más en la dirección correcta que en la dirección actual. Este movimiento fue clave en su día para impulsar a Corbyn al frente. «Si son elegidos, los laboristas le deben mucho más a la promesa de intercambio que han hecho a los ciudadanos británicos», afirmó Dove.

La demostración de esta tensión permanente con la que Starmer conducía a su partido hacia un resultado electoral previsible hizo que, en los pocos minutos en que comenzaba la presentación del programa electoral en Manchester, un activista de un grupo ecologista intentara vengarlo con el valor de “¡los jóvenes merecen algo mejor! Son las mismas viejas políticas de los conservadores». Refiriéndose a la decisión de Starmer, poco antes de iniciar la campaña electoral, de avanzar hacia su compromiso de destinar hasta 33.000 millones de euros a nuevas inversiones en fuentes renovables y «políticas verdes».

El candidato, ya descontento con el ala más izquierdista ―en el último congreso del partido acabó lleno de purpurina―, tras un espontáneo lograra subir el estrado―, tenía la respuesta preparada: “Hace cinco años que renunciamos a ser el partido de la protesta continua. «Esperaremos a un partido de gobierno», respondió Starmer, cada vez más convencida de que el electorado británico le ha dado esta oportunidad.

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